PERSONAS ADULTAS HACIA UNA RELACIÓN IGUALITARIA Y RESPETUOSA CON LAS Y LOS JÓVENES. Desmontando el Patriarcado

A continuación un artículo escrito por un miembro de Piper Txuriak, con la intención de identificar cómo las personas adultas reproducimos inconscientemente el patriarcado en nuestras relaciones con las personas jóvenes más cercanas. Y para ofrecer una perspectiva no patriarcal sobre la realidad de la gente joven. Este fue un artículo publicado en euskera en Guraso.eus
LA REALIDAD DE LAS PERSONAS JÓVENES
¿Os ha ocurrido alguna vez alguna de las siguientes situaciones?:
Me encontré en la calle con una niña, nos conocíamos, y también conocía a su padre y a su madre. Con la intención de mostrarle que me gustaba verle y para hacer relación con ella, le hice algunas preguntas que pudiera responderme fácilmente…sobre su ikastola (escuela), sobre qué hacían en los udaleku (colonias de verano), sobre si les gusta vivir en ese pueblo, sobre cuál es su comida preferida o sobre a qué les gusta jugar. Sin embargo, poca opción tuvo de responderme, pues seguidamente la persona adulta que le acompañaba respondió a esas preguntas. Parece que la niña esperaba eso mismo, pues al escuchar mis preguntas miró hacia la adulta, y decidió guardar silencio.
Finalmente se animó a contar algo de lo yo quería saber. No fue interrumpida, tuvo un espacio en el que fue protagonista de la conversación. Pero se hizo evidente la impaciencia de la persona adulta, hasta que pasado un tiempo cortó el relato de la niña con un ¡qué cosas tiene! Lo dijo entre risas, y buscando con la mirada mi complicidad como adulto. Y después, para terminar ahí la relación entre la niña y yo, le dijo: Vas a cansar a Juanma. Anda, vete a llevar la llave a tu abuelo. La expresión de la niña fue de desacuerdo. Y a continuación: Venga, dale un beso a Juanma, que ya se va. Esto sonó a mandato más que a pregunta, no fue un ¿te gustaría darle un beso para despedirte?, sino, más bien, un: hacerme caso es portarte bien. No parece que importara si deseaba o no darme un beso.
¿Os resultan situaciones conocidas?
Para mí esto es lo que sucede habitualmente en relaciones entre adultas y niñas/os: personas adultas que hablan, cuando las jóvenes están delante, con otras adultas sobre la intimidad y la vida de sus hijas/os jóvenes, opinando y haciendo juicios de valor sobre ello; adultas que quitan la palabra a las jóvenes cuando éstas son preguntadas, y hacen de portavoces de ellas; personas adultas que consideran inapropiado y falto de valor lo que una joven expresa y desea, y se lo hacen saber; adultas que dicen a las jóvenes qué deben hacer y decir; etc.
Sucede algo oculto o no reconocido, algo que impide que la relación entre adultas y jóvenes se desarrolle en términos de igualdad. Se ha normalizado que las personas adultas desvaloricen la inteligencia de las personas más jóvenes, y que no respeten ni sus pensamiento ni sus gustos o deseos. Se ha naturalizado cosas como la siguiente: había dos personas y tres niños. Esta es la clave: hay una creencia oculta que niega a las más jóvenes el valor de ser personas completas…como si aún les faltara algo para ser completamente inteligentes, y es por ello que sea aceptable restar importancia a su pensamiento o excluirles de conversaciones y toma de decisiones. La edad sirve de excusa para aceptar que se les discrimine y se les trate sin respeto, el mismo con el que se trata a una personas adulta.
En ningún caso diría que esta actitud adulta esté motivada por un deseo de maltratar o perjudicar a las jóvenes, al contrario, diría que nace de un deseo de cuidarles y ofrecerles lo mejor para ellas. Yo diría que, sencillamente, existe inconsciencia, sobre lo que está sucediendo y sobre este tipo de comportamiento. Diría que existe falta de reflexión sobre los efectos que ello tiene en la vida de las jóvenes.
Mi intención con este artículo es ofrecer una perspectiva que no es la que habitualmente se nos ha transmitido en nuestras familias, escuelas, películas, religión, etc. Crear pensamiento ahí donde la cultura y sociedad tienen dificultades para pensar, y así ofrecer recursos que nos ayuden a ampliar nuestra visión de la realidad. Es un intento de cuestionar aquello que tradicionalmente nos trae más perjuicio que beneficio, aunque sea considerado como normal. Retemos la normalidad. En el caso de este artículo el propósito es aportar una perspectiva que reta el entendimiento normal sobre LA REALIDAD DE LAS PERSONAS JÓVENES (al decir jóvenes me refiero a bebés, niños/as, adolescentes).
¿CÓMO SOMOS AL NACER?
Parece que la realidad que describo a continuación es algo observable en cualquier comunidad humana de cualquier territorio del Planeta. Independientemente de su cultura y tradiciones. También parece reflejar lo que muchas personas adultas hemos empezado a recordar sobre nuestras infancias y la forma de entender la vida que teníamos entonces.
–Nacemos completamente inteligentes, nuestro pensamiento tiene valor un valor enorme, y nuestra opinión sobre todas las cosas está llena de ideas valiosas e interesantes. Mientras somos jóvenes (y cuando adultas) a nuestra inteligencia no le falta nada, es perfecta y completa. Todo es correcto en nosotras, todas las capacidades necesarias para desarrollar nuestra comprensión y habilidades están dentro de nosotras.
–Nacemos completamente buenas/os, la bondad es el punto de vista desde el que vemos el mundo y a las personas. Y es la base desde la que construimos nuestra relación con el Universo y con todas las personas. Lo que más nos importa es que nuestro comportamiento genere bienestar. Concebimos la vida rodeadas de personas que nos cuidan y a las que cuidamos, y esa es nuestra principal dedicación e interés.
–Nacemos del amor y para el amor, este guía nuestras decisiones y actos, nuestras relaciones y actividades. Es algo que sentimos de un modo natural, sin esfuerzos, y ese es el color con el que miramos la vida, a las personas y también a nosotras mismas. El amor invade todo lo que somos y todo lo que hacemos, y no tenemos miedo de que se agote o nos falte, pues concebimos el amor como algo que nunca falta o se agota, sino que por el hecho de estar vivas lo tenemos siempre.
–Nacemos de la unión y para la unión con todas las personas, sintiendo a cada persona como parte de nosotras y a nosotras como parte de ellas. El sentimiento de conexión es algo que está siempre, que no se va, y de lo cual disfrutamos. Cuando algo nos aleja de ese sentimiento, luchamos con todas nuestras fuerzas para recuperarlo.
–Nacemos con una confianza plena en las personas y en la Vida. Ello nos lleva a buscar continuamente relaciones y cercanía, a no temer el contacto físico. Por ello, también miramos a los ojos abierta y largamente, buscando la mirada y presencia de otras. Nos gustan las relaciones, las necesitamos, y no concebimos una vida sin ellas.
–Nacemos deseosas de cooperación, no nos interesa competir ni ganar. La forma más satisfactoria de relacionarnos es en igualdad, creando situaciones en las que todas ganamos y nadie pierde. Nos interesan los retos y que nos reconozcan nuestros méritos y habilidades. Del mismo modo disfrutamos observando los progresos y habilidades en las demás.
–Nacemos con un enorme deseo de aprender; lo desconocido y las dificultades nos apasionan, así como la aventura. Aprender nos entusiasma y siempre estamos dispuestas para el siguiente reto y dificultad. No nos preocupa equivocarnos o no saber, pues los errores no son un problema sino una oportunidad…una parte necesaria del vivir.
–Nacemos para divertirnos y disfrutar de estar vivas, sabemos que se dan todas las condiciones para que esto sea suceda, y desde ahí construimos nuestro estar en el mundo. No concebimos la vida sin juego y disfrute. Nos encanta jugar, y conocemos el significado de sentir entusiasmo, deleite y alegría. Siempre sentimos unas profundas ganas de vivir.
–Nacemos totalmente satisfechas de nosotras mismas, y nos gusta todo de nosotras: nuestro cuerpo, voz, pensamientos, etc. Nos parece adecuado y correcto, nos vemos personas perfectas…y de la misma manera miramos al resto de personas y a lo que nos rodea.
–Nacemos valientes y sin miedo a la vida. Vivimos para el «ahora» y en el «ahora». Con atención plena y consciente en él…no en lo que vendrá, no en lo que nos ocurrió. Sabemos que todo lo que nos sucede es una parte necesaria del camino, y no juzgamos lo que nos acontece. No vivimos clasificando a las personas y las vivencias como «buena o mala», como «correcta o incorrecta». Simplemente nos sentimos conectadas a nuestra existencia y disfrutamos de ella.
Hay ejemplos numerosos y concretos que confirman la descripción anterior, y que la gran mayoría de niños o niñas tienden hacia ello.
Begirunez eta maitasunez, con amor y respeto
Juan Manuel Feito Guerrero