PATERNIDAD NO PATRIARCAL
ENTREGADO EN CUERPO Y ALMA A LA CRIANZA…Y UN ESPEJO DE PREGUNTAS
Hombres y Paternidad
La crianza es como levantarte cada día y mirarte a un espejo lleno de preguntas dirigidas personalmente a ti. Un espejo que no puedes evitar mirar, y que va a estar ahí devolviéndote la mirada cada día. Cuando has resuelto una pregunta ya está preparada la siguiente. Esta experiencia tiene tal intensidad y profundidad que se convierte en un cuestionador de todo tu sistema de creencias. Es como si tuvieras que volver a reconstruir la casa íntima de tu ser y de tu mente. La masculinidad tiene aquí una oportunidad excepcional de adentrarse en un túnel multiplicador de las posibilidades de deconstrucción de esa casa, es decir, de cambio personal. La primera pregunta es: ¿y ahora qué hago con todo esto? Lo que es igual a: ¿qué hago con todo el material que se me está derrumbando y cómo construyo la nueva casa? Una crisis que abarca todo tu ser, pues abarca todo lo que asumiste que debías ser por el hecho de ser “hombre”.
Hemos decidido acompañar a una persona joven en su crecimiento, asumiendo el rol de padre, y la experiencia se ha dado la vuelta: nos acompaña en nuestro crecimiento. Lo siguiente podría ser uno de los interrogatorios diarios que nos hace el espejo cuando, desde nuestra construcción masculina, nos ponemos delante de esa relación especial…a la que hemos llegado más o menos conscientemente:
1-
-¿Cuándo te pones delante de la relación con tu hijo/a desde dónde lo haces: desde tu necesidad o desde su necesidad…desde seguir sus iniciativas o desde el proponer las tuyas…desde el estar dispuesto a sentirte incómodo siguiendo sus intereses o huyendo de esto?
-¿Cuánto de tu relación con tu hijo/a es un tiempo en que tú le “sugieres”, diriges, corriges, valoras, interpretas…y cuánto de tu relación es un tiempo en que tú le escuchas, permaneces en silencio y observas, estás atento sin hacer?
-¿Dónde has puesto tu atención, en la producción-actividad o en el disfrutar de simplemente estar? ¿Qué supone para ti estar ocupado, y no estarlo? ¿Dejas espacio a “lo que surja” o tu día está programado? ¿Por qué? ¿Cuándo no hay actividad (ver película, trabajar, hacer deporte, hablar por teléfono, etc.) que ocurre dentro de ti…qué comienza a asomar en tu mundo emocional cuando paras? ¿Cuándo te relacionas con tu hijo/a lo haces desde tu necesidad de hacer cosas o desde el “vamos a estar juntos sin hacer nada en concreto”?
2-
-¿Cómo es para ti escuchar el llanto de tu hijo/a? ¿Lo escuchas o lo acallas, te incomoda o lo sostienes? ¿Y tu propio llanto…lo conoces, lo aceptas y le das un espacio, lo acallas, te incomoda? ¿El último llanto que viviste fue de lágrima y cuerpo caliente, profundo, o fue un nudo en la garganta y un mojarse los ojos? ¿Por qué, qué ocurrió? ¿Has pensado en la función vital que puede tener el llanto en una persona…en ti?
-¿Cómo vivían tu padre y tu madre tu propio llanto cuando eras un niño? ¿Se parece al modo en que tu tiendes a hacer con tu hijo/a…en qué sí y en qué no? ¿Qué tipo de mensajes verbales y no verbales te dirigían en relación con esto? ¿Has pensado en que tu hijo chico pueda ser un “llorón” …a la edad de 5 años, de 8, de 11, de 15…de 20? ¿Cómo influirá o influye esto en tu percepción de él?
3-
-¿Qué pasa cuando paras y dejas de hacer cosas…y no caes dormido…,cuando no hay una actividad que tape el silencio y tu encuentro contigo mismo (ni comida, ni bebida, ni tecnología, ni paseos al monte, ni…)? ¿Cómo te sientes, cómo te sientes contigo mismo? ¿Te gustas, sientes amor hacia ti, elegirías volver a ser tú mismo?
De estas respuestas depende la profundidad del vínculo con tu hijo/a. Esta relación te pone delante del espejo que suponen estas preguntas. La paternidad puede ser una escuela de humildad y de sinceridad si te abres a vivir esa oportunidad, por ello es una experiencia que nos lleva inevitablemente a una crisis personal (en sentido constructivo, no negativo). Una crisis de vulnerabilidad.
Son muchas preguntas, mucho viaje interior…seguramente venga bien estar 5 minutos en silencio observando qué nos está sucediendo por dentro (y quizás cerrar los ojos), y adonde se va nuestra mente y nuestras emociones.
4-
-Vayamos al tema de la cercanía física: ¿qué hacemos con ella…cómo la encajamos?
¿Qué se despierta dentro de nosotros cuando estamos cuerpo a cuerpo, traspasando esa raya que a cualquier persona adulta no le dejarías traspasar? ¿Sabes qué hacer con eso que se despierta en ti? ¿Qué tipo de pensamientos vienen, y de sentimientos? Durante y después de experimentarla. ¿Qué herida antigua brota de nuestro interior?
-¿Cómo fue la cercanía física con nuestro padre y nuestra madre? ¿Llegaba limpia o junto con una carga de otras cosas no respetuosas hacia ti? ¿Algo de eso se cuela en tu cercanía con tu hijo/a?
-Vamos ahora al tema de la soledad: ¿qué espacio ocupa en nosotros?
¿Estás alguno vez solo? ¿O estando rodeado de personas te sientes solo? ¿Es algo nuevo o te acompaña casi desde siempre?
-Y al tema de las relaciones: ¿cómo llevas el hecho de construir vínculos sólidos con otras personas? ¿Te sientes parte de la vida de alguna otra persona? ¿Conoces qué significa estar en el corazón de otra persona, y dejar abierto el tuyo para que alguien entre sin resistencias?…y que esta relación no sea una relación romántica o sexual.
La crianza comprometida y no patriarcal nos pide respuestas a estas cuestiones. Pero ¿con quién puedes tratar todo esto? En este tipo de paternidad y crianza no nos vale el “super hombre” ni la “coraza con la que nos defendimos”. Aquí no vale aparentar que todo lo sabes y todo lo controlas…pues salta a la vista que estás perdido, confundido y asustado. ¡Tenemos qué aceptar tantas cosas sin haberlas comprendido! Y es perfecto, más aún, es un regalo para ti. Salieron a la luz los “pies de barro” con que nos calzó el patriarcado a los hombres.
Nos guste o no, lo mejor que podemos hacer es pedir ayuda y dejarnos guiar por otras y otros, aceptar que en esto no sabes…pero que estás plenamente capacitado para aprender. Los y las niñas saben mucho y muy profundamente sobre disfrutar de estar cerca físicamente, sobre jugar y relacionarse relajadamente, sobre construir y mantener una amistad, sobre dejarse amar y compartir amor, sobre aceptar su propio llanto y mostrar cómo se sienten, sobre pedir ayuda y aprobar su vulnerabilidad, sobre comportarse con humildad, sobre organizar su vida fuera de la soledad, sobre observar en silencio y vivir con calma, sobre descansar todo lo que necesitan, y además, su pasado cabe en la palma de sus manos…está muy a mano para revisarlo y sanarlo.
Al entrar en el hogar de la paternidad no patriarcal debemos desvestirnos del traje masculino acorazado, arrogante, protagonista, aislado y solitario, “sabe lo todo”, huidizo de la incomodidad y de la intimidad, dominante, frío, serio, enfadado, rígido. Debajo de ese traje te encuentras tú mismo, tu mejor regalo. Entonces estás desnudo ante la aventura de entregarte en cuerpo y alma a esa relación…a esa vivencia que te transformará por completo.
Juan Manuel Feito, miembro de ‘Piper Txuriak’